viernes, 11 de septiembre de 2015

Razones de la fidelidad nacionalista (395)

Este es el combustible que mueve el nacionalismo catalán, lo mismo vale para subvencionar todo tipo de empresas y asociaciones dedicadas en cuerpo y alma a crear conciencia soberanista que, a la par, para enriquecer a una clase política catalana, cuyo tótem ha sido Pujol, mediante el latrocinio generalizado. En realidad, los que quieren la independencia de Cataluña no aspiran a otra cosa que a seguir robando o recibiendo la bicoca, que es casi lo mismo. 

270.000 euros es la cantidad que la Generalidad de Cataluña destina anualmente a unos premios supuestamente “nacionales” de la cultura. Este año se repartirán 15 premios, cada uno de ellos subvencionado con 18.000 euros. El asunto me parece escandaloso, como tantas y tantas partidas malversadas por el gobierno catalán, por varias razones que a continuación trataré de argumentar:
Cataluña no ha sido nunca una nación ni lo es ahora, aunque sus políticos pretendan que lo sea algún día. Luego denominar “nacionales” a unos premios que simplemente son regionales no es más que un acto de provocación a la sociedad española, como muchas otras provocaciones en el mismo sentido. Conforme en que los premios “nacionales” catalanes vienen convocándose desde el año 1982, pero ello debe entenderse como el inicio de un desafío nacionalista basado en la falsedad histórica, muy agudizado en nuestros días y además haciendo hincapié en el uso de cualquier circunstancia que favorezca sus planes disgregadores.

Es una verdadera vergüenza que la Generalidad de Cataluña destine infinidad de partidas a subvencionar toda clase de actividades doctrinales o sectarias mientras afirma que le faltan recursos para la sanidad o, lo que es casi tan grave, para situaciones de urgencia social parecidas a la del barrio del Carmelo. Esta gente subvenciona generosamente la prensa deficitaria en catalán. También subvenciona el cine, el teatro, el doblaje, los conciertos de rock o cualquier otra actividad, por muy pedestre que sea, con tal de que se haga en catalán.
No responde en absoluto a la realidad catalana, por más que sus políticos se empeñen en decirnos lo contrario, hacer del culto al idioma catalán el santo y seña de su ideología política, entre otras razones porque el catalán es un idioma con un treinta y poco por ciento de hablantes con origen materno, mientras que el español supero el 53%. Ni responde a la realidad lo anterior, ni tampoco el hecho de incurrir torpemente en el desprecio sistemático a todo lo español. Al contrario, con su método actual acabarán blindando idiomáticamente a una región hasta convertirla en analfabeta. Si tuviesen algún discernimiento comprenderían que les interesa más que a nadie desenvolverse adecuadamente en castellano, si es que quieren mantener sus mercados españoles, que es de lo que muchos de ellos viven tan ricamente.
Finalmente, si repasamos la lista de los premiados, se advierte que todos ellos, salvo uno o dos, son unos perfectos desconocidos para el mundo de la cultura. Incide sobre los premiados, además, la circunstancia de haber desarrollado su actividad bajo la protección de la Cataluña oficial, sea en el teatro, sea en el cine, sea en cualquier otro ámbito. De hecho, lo más probable es que reciban el galardón como premio a su fidelidad nacionalista. Ocurría antes con Pujol y todo apunta a que sigue pasando igual con los tripartíticos, cuanto más si consideramos que la presidenta del Jurado que otorga los premios es la consejera de Cultura, Caterina Mieras, esa señora de Esquerra Republicana que sólo llevó a escritores que publicasen en catalán a la feria del libro en Franfurt.
En resumen, un nuevo acto de: Tú apoyas mi nacionalismo y yo te pago con el dinero de todos. ¡Bochornoso!
Artículo revisa, insertado el 19 de septiembre de 2005 en Batiburrillo de Red Liberal

PD: El reparto de premios y subvenciones a la "cultura" ha venido produciéndose a lo largo de la última década (33 años seguidos), ampliándose el número de agraciados y elevándose el importe de los premios. Mientras sucedían hechos semejantes, junto a otras miles y miles de subvenciones a las más variadas actividades "soberanistas", se cerraban quirófanos y se proclamaba el "España nos roba".  

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