viernes, 11 de septiembre de 2015

¿A quién molesta la Ley? (394)

Las elecciones están muy bien, pero el respeto más absoluto a la Ley es imprescindible para que exista la democracia, por eso hay territorios, como Cataluña, donde se vota incluso más de lo debido pero al incumplir las leyes, como hace (y presume de ello) la Generalidad catalana, da como resultado que la democracia no exista. Conclusión: Hay que echar a los nacionalistas del poder y establecer la democracia en Cataluña.

Cada vez que leo noticias referidas al País Vasco, Cataluña o Galicia, —y esta última comunidad también las ha generado en el tema educativo incluso bajo el gobierno de Fraga—, no puedo evitar preguntarme: ¿Es ésta de ahora (año 2005) la España que quiere la mayoría de los españoles? ¿Deseamos una España inmoral, arbitraria, acoquinada y frívola; donde los valores de rectitud, orden y decencia, cuando se exigen, no valen sino para que a uno le llamen facha o franquista? Al parecer sí, de lo contrario no se habría elegido a Zapatero, junto a muchos socialistas residuales del felipismo corrupto y criminoso, ni los partidos nacionalistas contarían con tal fuerza política y capacidad delictiva, al tiempo que impunidad. Por otra parte, no da la impresión de que el presidente Rodríguez pierda peso entre sus seguidores y según se deduce sigue favorito en las encuestas. Luego debo asumir que mi caso no tiene remedio y que soy un anticuado al pretender el cumplimiento de las leyes y el respeto de la Constitución, Ley de leyes de la que comienzo por declarar que ya no me gusta al considerarla la causa de todos estos males.


Ahora bien, visto el sálvese quien pueda de la actual política española, no tengo reparo en afirmar que la España mayoritariamente frivolona y complaciente con el infractor no me interesa en absoluto, prefiero que se rompa en mil pedazos y que comience a unirse a partir de cero, unidad que probablemente y a la larga nadie podrá evitar porque es una pasión que se encuentra reflejada en su Historia y favorece su geografía, una península-isla. Mientras no llega una unidad basada en el sentido común y en la igualdad ante la ley, que desgraciadamente no veré, si al final de este “revolutum” orgiástico actual cada territorio va a montárselo como le dé la gana, llegado el momento trataré de refugiarme en una comarca donde impere la sensatez. Si es que la encuentro, porque la estupidez y la sinrazón que tolera este gobierno socialista son “cualidades” de lo más contagiosas. Y me temo, como pasó ya en la etapa cantonal, que habrá pueblos de menos de 10.000 habitantes que se declararán naciones e incluirán en su Constitución y en la letra de su himno el odio eterno y el deseo de guerra hacia la comarca vecina. Eso sí, entretanto nos despezamos los estúpidos, comarca a comarca, surgirán triunfantes la gran Euskal Herría y el gran estado mediterráneo de Els Països Catalans, únicos territorios donde determinados gobiernos fuertes, que no estimables ni leales al pueblo, impondrán férreamente la unidad étnico-lingüística.

O pasará lo que se prevé, camino llevamos, o el PSOE deberá intentar echar lo antes posible al placentero e inconsciente ZP, en lugar de blindarlo como algunos proponen. Los socialistas, a mi modesto y anticuado entender, necesitan angustiosamente una refundación y un nuevo líder que acuerde las razones de Estado con el principal partido de la Oposición, ésas que la razón aconseja pactar, y que ambas formaciones luego cumplan el pacto como si la vida les fuese en ello. Como apunta el clásico: “La ley molesta a dos personas, al encargado de obedecerla y al encargado de hacerla cumplir. Los dos resisten. Uno, porque la ley le impide hacer su gusto o su negocio; el otro, porque prefiere vivir cómodo”. ¿Se referirá acaso al comodón Zapatero?


Artículo revisado, insertado el 3 de septiembre de 2005 en Batiburrillo de Red Liberal

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