miércoles, 15 de julio de 2015

1812, la Pepa; 1978, la Bernarda; 2016, la Triturá

Faltaría conocer el apodo de la próxima Constitución española. Si se considera cuáles serían sus promotores, en tal caso no es posible aceptar un mote más suave que la 'Triturá'.
A diferencia de 1812, año de una Constitución española conocida como la Pepa, que supuso pasar de la monarquía absoluta a un régimen parlamentario, al menos durante el tiempo que tardaron en llegar los 100.000 hijos de San Luis (o de su p.... madre), lo que se produjo en 1823, creo que la Constitución de ahora, aprobada en 1978, debería conocerse como la Bernarda, puesto que ha sido una ley de leyes que en lugar de consagrar la democracia, muy renqueante desde hace lustros, ha dado barra libre para la consolidación de los políticos manirrotos y el sálvese quien pueda de unos gobiernos regionales caracterizados por el derroche, entre los cuales el nacionalismo, envuelto en impunidad, no cesa de hacer estragos y abrir zanjas entre los españoles.

Así, pues, cuando se cumplen dos siglos de nuestra primera Constitución, la moraleja que cabe extraer de dicho bicentenario es lo mucho y a fondo que debería reformarse nuestra actual Carta Magna para que, definitivamente, no pasase a la historia como la Bernarda. Y eso en el supuesto de que esto no acabe en 17 nacioncitas con sus 17 Bernarditas.

PD: O incluso en una férrea dictadura bolivariana a cargo del maloliente 'Coletas', con Pedro Sánchez en el papel estelar de lacayo, en cuyo caso la Constitución española que tales pájaros diseñarían, más bien triturarían, cambiaría a peor, ¡a mucho peor! Siendo la libertad la primera de las víctimas en resultar malherida.

Artículo revisado, escrito originalmente el 19 de marzo de 2012 e insertado en Batiburrillo de Red Liberal

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